3/4/13

'Fin' (2012): El apocalipsis que no se ve



Hay una máxima del cine (sobre todo el de suspense o terror)  que dice que es mejor sugerir que mostrar. Pues bien, eso es lo que hace ‘Fin’, para horror de muchos espectadores que quizá esperaban un festival apocalíptico rollo “Los últimos días” (David y Alex Pastor, 2013).

Jorge Torregrossa debutó el año pasado en el largo con esta adaptación de la novela de David Monteagudo, que fue un éxito de ventas. Rodada en espectaculares localizaciones naturales de los pirineos, en la localidad Madrileña de Cercedilla, y en los estudias Ciudad de la Luz de Alicante, la adaptación corre a cargo de Jorge Guerricaechevarría (que también adaptó 'Celda 211') y de Sergio Sánchez (guionista de 'El orfanato').
 
‘Fin’ cuenta cómo un grupo de amigos cercanos a la crisis de los cuarenta, se reencuentran en una casa rural después de veinte años para revivir viejos tiempos. La alegría inicial por el reencuentro va dejando paso a los inevitables ‘trapos sucios’, cuando descubran que la idea fue del único de ellos que no se ha presentado, Angel ‘el profeta’ sobre el cual parecer haber un oscuro pacto de silencio. Tras una discusión, y un extraño fenómeno natural que les deja sin electricidad, al día siguiente, Rafa (Antonio Garrido) desaparece sin dejar rastro. A partir entonces, el resto del grupo se dispone a buscar ayuda, pero todo el mundo parece haberse evaporado.

Ante todo, hay que destacar la atmósfera inquietante que consigue desde el principio Torregrossa. Lo que en un principio parece una dilación del elemento paranormal o una inteligente dosificación a lo ‘Monsters’ (Gareth Edwards, 2010), se va confirmando a medida que avanza el metraje como una apuesta por la sutileza, la ambigüedad y lo metafórico y lo metafísico, dejando todo el margen posible para que el espectador materialice en su mente la supuesta fuerza destructora, transmitiendo la sensación de que el origen del miedo está más dentro de los personajes que fuera. Salvando las distancias, recuerda a ‘El incidente’, de Shyamalan, sólo que lo que allí olía a refrito y a falta de ideas, aquí sugiere (cuestión de expectativas y de trayectorias, quizá) valentía y estilo propio.

No es un peliculón, ni muchísimo menos. El desarrollo puede ser algo anodino por la falta de picos dramáticos, le faltan giros, y los personajes podrían ser más profundos. Pero también es cierto que la espesura dramática y la inquietud son constantes. Sus defectos, que sin duda le restan nota, no justifican la inquina con la que la han despachado algunos. Pero claro, ya sabemos que hay muchos espectadores que prefieren lo obvio a lo sugestivo, ver una película a participar en ella, ir al cine a olvidar en lugar de a recordar.

- “Tal vez sólo existamos mientras aún quede alguien que nos observe”, dice Félix (Daniel Grao), a modo de conclusión. “Yo creo que es más sencillo, naces, vives, y un día desapareces sin dejar rastro. No somos tan importantes”, le responde Eva (Clara Lago). Este diálogo final, más un interrogante que una conclusión, refleja el interesante enfoque existencial y abierto de un film interesante, que, sin embargo, tiene tres problemas muy graves: es española, y el ‘malo’ no se ve ni se explica. 'Defectos’ que muchos no le van a perdonar.
 
 

 

 
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