14/4/11

Los responsables de "Gru" vuelven con una película que mezcla acción real y animación, sustentada en una historia poco inspirada

"Hop", la nueva apuesta de los creadores de “Gru, mi villano favorito”, toma esta vez como elemento central la tradición anglosajona del conejo de Pascua, una especie de contrapartida de Santa Claus en su intento por hacer felices a todos los niños del mundo con su reparto de cestas llenas de dulces y huevos de pascua. Hasta aquí, correcto. Sin embargo,el problema es que la historia mezcla de forma algo disparatada elementos heterogeneos que no acaban de ligar demasiado bien.

E.B., el hijo del conejo de Pascua, en quien su padre piensa delegar el cargo, sueña en cambio con ser una estrella del rock. Para ello, huye (por unos túneles a lo "Mission: Impossible") a Hollywood. Cuando su padre lo descubre, envía una especia de conejos ninja en su busca, mientras en la fábrica, Carlos, el capataz de los pollos proletarios, el segundo de a bordo del señor conejo de Pascua, prepara un golpe para tomar el poder.

En Hollywood, E.B. se topará con Fred (James Marsden), un joven al que sus padres acaban de echar de casa por ser un vago.

Hop destaca especialmente en el apartado técnico, mezclando de forma notable acción real y animación. También es digno de mención el diseño de la fábrica de dulces, que se nos presenta en una buena escena de arranque. Sin embargo, estamos ante un guión disparatado y sin fuerza, con escasos momentos de humor brillantes, y con dos personajes con los que es difícil empatizar en exceso. Por un lado, el personaje de Fred, está desdibujado, resulta poco creíble y a ratos incoherente, carece de fuerza, de un objetivo claro, y su revelación final es poco menos que ridícula. El de E.B., resulta a veces irritante, en su empeño por complicarle la vida a Fred. Además, tanto esfuerzo del chico para que nadie vea al conejo hablando…y resulta que a nadie le importa ese detalle, y hasta el mismísimo David Hasselhoff (en otra extravagante deriva del guión) le hace una audición y le contrata como promesa del rock. Pese a ello, más tarde, y a cuenta de un gag, Fred volverá a disimular, y se hará pasar incluso por ventrílocuo, para que nadie descubra que el conejo habla.

El film combina algunos gags más o menos lúcidos, como el anterior (aunque esté poco justificado) o el de E.B. haciéndose pasar por un peluche, con otros momentos extraños de humor fallido, como aquel en el que Carlos (un pollo golpista con un gracioso pero de nuevo injustificado acento mexicano a cargo de Hank Azaria) intenta hacer volar el… ¿trineo?, pero E.B. se lo impide haciendo bailar a su secuaz Phil al ritmo de la percusión. En resumen, poca inspiración en el apartado creativo, y un producto final heterogeneo y algo chirriante.

Por cierto, si vais con niños, no os riais demasiado en el momento “mansión Playboy”, si no quereis tener que contestar preguntas incómodas ;)

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12/4/11

Caperucita Roja versión "crepuscular", y no precisamente en la acepción más deseable del término

El proyecto pintaba bien. Una actualización del cuento de Caperucita Roja convertido en un thriller fantástico. Otra adaptación, sí, pero esta parecía atrevida, “una original vuelta de tuerca a la leyenda, con hombre-lobo incluido”, pensé yo. Sin embargo, al comprobar que la película la firmaba la directora de “Crepúsculo”, mi ceja se levantó en señal de alarma. Lamentablemente, a los cinco minutos todos mis temores se habían confirmado: no iba a ver “El bosque”, precisamente.

La nueva película de Catherine Hardwicke (basada en una idea de Leonardo DiCaprio, uno de sus productores),es otra vuelta de tuerca, si, pero a la arquetípica historia de amor entre chicos y chicas de postal llevada a cualquier época, una fórmula que nunca parece agotarse (vease, por ejemplo, Destino de Caballero), pero que ahora parece vivir un nuevo auge (saga Crepúsculo, A tres metros sobre el cielo, etc.), empeñados como parecen los estudios y las productoras, en exprimir el filón de ese público adolescente que parece tragarse cualquier bodrio romanticoide siempre que vaya bien empaquetadito en un estilizado envoltorio compuesto por una buena campaña promocional, unas caras bonitas, una banda sonora de lo más actual y molona y toneladas ingentes de azúcar.

Con un diseño de producción como de cartón piedra, un vestuario y unos peinados de anuncio de colonia (¿existía la gomina en aquella época?) y unos personajes y desarrollo dramático de telefilme, la Caperucita Roja de Hardwicke ni siquiera puede presumir de estilo, ni de aportar una visión fresca y novedosa de la eterna leyenda. En su lugar, encontraremos el eterno argumento del amor imposible, las mismas ñoñas reflexiones sobre la responsabilidad, el valor y hacer lo correcto, y algunas escenas para la vergüenza ajena. Ni rastro del ambiente gótico que se prometía, ni del thriller oscuro y estilizado que nos hubiera gustado ver.

En fin, un subproducto comercial para adolescentes con acné en el cerebro, un film (¡y no se pierdan la novela basada en el film!) indigno de contar en su elenco con un actor de la talla de Gary Oldman, el único que, por momentos, consigue aportar algo de tensión y credibilidad (siendo muy benévolos) a un film tan soporífero como prescindible.
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6/4/11

Pequeñas mentiras sin importancia: los amigos de Ludo

“Pequeñas mentiras sin importancia” (Les Petits Mouchoirs), película del año en Francia con más de 5 millones de espectadores, nos habla de un grupo de amigos se dispone a pasar, como cada verano, unos días en una casa de la playa. Pero entonces uno de ellos, Ludo, sufre un grave accidente. Finalmente sus amigos deciden mantener su plan, pero los primeros días en la costa estarán marcados por el impacto emocional que ha provocado en ellos el grave estado de salud de su amigo, al que dejan ingresado en un hospital en París.

Sin embargo, pronto cada uno irá centrándose en sus propios problemas, dudas y obsesiones: Max es un neurótico del trabajo incapaz de relajarse, y menos sabiendo que Vincent se siente atraído por él, tras 15 años como amigos. Ninguno de los dos tiene demasiada comunicación con sus parejas, Véro e Isabelle. Eric no anda muy bien con su pareja, Léa, debido a su carácter mujeriego e infantil, lo mismo que Antoine, que está obsesionado con Juliette, su novia de 10 años que le acaba de dejar, y tan solo sabe hablar de ella, mientras espera un mensaje. La que parece más estable, Marie, en el fondo no acaba de asumir ninguna responsabilidad.

El último y extenso film del actor, guionista y director Guillaume Canet tiene un arranque potente que pone los pelos de punta, con el accidente de Ludo. Luego da paso a un primer acto parisino que parece no acabar nunca de arrancar. Lo más interesante comienza cuando llegan a la casa de la playa, lo que supone un paréntesis en la vida de ese grupo de amigos, a los que vamos conociendo mediante sus relaciones. El duro desenlace les hará volver de ese paréntesis y afrontar de nuevo la realidad.

Sin demasiadas coartadas argumentales, Canet parece centrase mas en el mundo interior y en la transformación de sus protagonistas, pero sobre todo en sus relaciones. Algunas situaciones y conflictos sólo se apuntan y apenas son explicados, lo que provoca cierta confusión en algunos pasajes. Predomina la comedia simpática que emana de los personajes, y el tono intimista y natural de las conversaciones. Sin embargo, la narrativa carece de cierto pulso y ritmo, quizá contagiada del asueto propio de los días de verano. Como si intentase corregirlo, Canet aboca el film a un final catártico y lacrimógeno que quizá nos pilla algo desprevenidos, porque no encaja demasiado con el tono del resto del film, pero al que no se le puede negar su efectividad, al ritmo de una fantástica versión de My way interpretada por Nina Simone.

Buenas interpretaciones (destacaría a François Cluzet, Marion Cotillard y Gilles Lellouche), una fotografía plana y sin alardes y una genial banda sonora en inglés entre el soul y el rock conformanun film por momentos entrañable, que respira vida y amistad, y huele a verano, a mar y a salitre, que destaca por la humanidad y familiaridad que desprenden sus personajes.

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