18/2/10

Camino (2008): '¿Quieres que rece para que tu también te mueras…?'


Goya a la mejor película en 2009 y gran triunfadora de la ceremonia del año pasado, “Camino”, es una de esas películas cuyo primer visionado (y único, por ahora) me produjo sensaciones encontradas. Sin embargo, no todas iban exactamente en la dirección que el film de Javier Fésser pretendía, ya que éste se puede analizar desde dos enfoques que funcionan de forma irregular: el emocional, y el del debate que pretende plantear.

En cuanto a lo primero, la capacidad de emocionar, no se le puede negar su tremenda eficacia. Servidor, desde “Los Puentes de Madison” (C. Eastwood, 1995), no había necesitado tanto el pañuelo viendo una película. Ya de entrada, el argumento (inspirado en un hecho real) de esa niña criada en un entorno extremadamente religioso y convertida por ese mismo entorno casi en mártir debido a su enfermedad degenerativa, resulta tremendamente trágico. A ello se une la estructura y tono que utiliza Fésser, fragmentando el relato convencional mediante unos fascinantes pasajes fantásticos (aunque a veces demasiado extensos y subrayados en exceso) , para transmitirnos las ensoñaciones, ilusiones y miedos de la niña, y cuya fotografía y efectos especiales nada tienen que envidiar a muchos films americanos. Son estos momentos oníricos, provocados por su enfermedad y por el amor imposible que Camino siente por su compañero Jesús (el paralelismo religioso resulta algo efectista) los más emotivos del film, los que mas mueven a la lágrima.

Y es que es tan bella esa niña, esta tan llena de vida y tan bellamente retratada, con sus ilusiones, y sus miedos, que es difícil que al espectador, sabedor del trágico desenlace final (que Fesser se encarga de anticiparnos al principio), no se le haga un nudo en la garganta al contemplar tanta belleza. Mención aparte de dicha belleza, es imposible no referirse también al inmenso talento que demuestra ese “animal cinematográfico” de solo diez años llamada Nerea Camacho. El resto del casting, por su parte, también realiza un trabajo espléndido, con especial atención a los padres de la niña (Carme Elias y Mariano Venancio).

Por otro lado, la dirección de Javier Fesser es prácticamente perfecta, colocando la cámara siempre en el lugar adecuado para transmitir lo que pretende, a veces frialdad, a veces desconcierto, otras temor, y la mayor parte de las veces una belleza sublime, sobretodo en los pasajes oníricos.

Todo ello, unido a una eficaz banda sonora, contribuye a elevar el volumen emocional de la cinta hasta extremos sublimes, y sin embargo, quizá demasiado obvios y excesivos, como por ejemplo (*** spoiler***) con la innecesaria muerte del padre, o con el estirado epílogo tras la muerte de Camino, por ejemplo, “rimando” cada detalle de la escena de apertura con la de la obra de teatro del colegio. Aquí, tras elevar al infinito el volumen emotivo, Fésser da la sensación de haberse dejado encendido el subwoofer emocional, y no precisamente por descuido, hasta llegar a empalagar, a pesar, eso si, de conservar intacto el tono y la belleza de las imágenes. Esa negativa a cerrar a tiempo una historia redonda y arrastrarse en busca de un final cansino, sucedía también en otro maravilloso film, “Cándida” (2006), de Guillermo Fesser, con guión también de su hermano Javier.


En cuanto a la dimensión temática, sin llegar a posicionarse descaradamente, sino más bien con mucho estilo, el film sí resulta, a mi entender, algo tramposo. A raíz del debate por el retrato que el film hace del Opus Dei, el propio director comentaba que todo lo que aparece en el film es estrictamente cierto y obedece a una rigurosa documentación. No lo pongo en duda, y no siento precisamente simpatía por esta orden religiosa. Sin embargo, sorprende la extremadamente férrea voluntad de todas esas personas, empezando por la propia madre de la niña, para acatar los designios del Señor, y no flaquear ni un ápice a pesar de que es su propia hija la que se está degradando día tras día en la cama de un hospital. A veces incluso dan gracias a Dios por ello. El comportamiento de dichos personajes (en especial también los cargos religiosos que aconsejan a los padres), parece como mínimo sospechoso de estar llevado al extremo, lo que convierte un supuesto debate temático en una representación algo maniquea de la lucha entre la vida y la supuesta voluntad de Dios.

En resumen, un film inmensamente conmovedor, de fantástica factura, que no resulta perfecto por su empeño en jugar demasiado fuerte sus inmejorables cartas, un polémico drama de inmenso potencial emotivo, tan efectista como efectivo, gracias a una excelente factura técnica y artística y, debates a parte, digna merecedora de un Goya.
Leer más... Leer más...

11/2/10

Está llegando el "Arma Blanca"...


Aunque lleva algún tiempo en stand by, debido sobre todo a problemas de agenda (es lo que tiene no poder trabajar en lo que a uno le apasiona, sino en cualquier otra cosa), podemos decir que mi primer corto, "Arma Blanca" ya comienza a vislumbrarse a lo lejos.

Se trata de un thriller de suspense, basado en un guion propio, y producido por AVED

Espero poder traer nuevas y buenas noticias pronto.
Leer más... Leer más...

4/2/10

Celda 211: thriller patrio comercial y de calidad


Todos aquellos que abominan del cine español sin haberse molestado en indagar mas allá de Almodovar, Amenabar (y por si abominar de ello no fuera ya suficiente pecado), y prescindibles experimentos comerciales del tipo “Mentiras y Gordas” o “Los Managers” o “Spanish Movie”; todos aquellos que sólo hablan del cine español para criticarlo cuando se estrena algún bodrio patrio, e incluso aquellos simplistas que no entienden que nuestra filmografía tiene tantas películas buenas como malas, al igual que sucede en Hollywood (solo que en menor número de unas y otras); todos ellos deberían ser encerrados durante dos horas en la Celda 211, a ver si así son capaces de percibir las constantes vitales de “el otro” cine español: el de calidad.

El film de Daniel Monzón es sencillamente, uno de los mejores thrillers de los últimos tiempos, y sí, se trata de una película española. El planteamiento inicial es tan simple como bien hallado, y posee todo el potencial narrativo del mejor cine de accion americano. Un funcionario de prisiones se ve atrapado en un motín en su primer día de trabajo. Como ningún recluso le conoce, intentará hacerse pasar por un preso recién llegado al penal para salvar el pellejo, habiendo de colaborar con los amotinados. Sencillamente genial.

El arranque es directo, sin contemplaciones, y de repente nos vemos inmersos en una situación que mete al espectador de lleno en la película. Pero no sólo eso: este gran planteamiento inicial es sustentado después por un sólido guión que va desenredando poco a poco un argumento de los que enganchan, que se mueve entre la trama político-carcelaria y la peripecia de Juan, a medida que también conocemos a Malamadre, el auténtico motor de la historia, un peligroso recluso cuya potente incorporación por parte de un inmenso Luis Tosar lo convierte en unos de esos personajes llamados a quedar en el imaginario popular. Destaca también la revelación del desconocido Alberto Ammann, en el papel del otro protagonista, Juan Oliver, el funcionario atrapado en la prisión, que se verá obligado a convertirse en otro amotinado más, e incluso a compartir liderazgo con Malamadre, mientras intenta colaborar, en un trepidante juego a dos bandas, con las fuerzas de seguridad en el exterior.

Por detrás de ellos, un elenco de muy buenos actores, entre los que servidor destacaría la labor de Carlos Bardem, en su enésimo papel de mafiosete sudamericano, en este caso dando vida, con un mas que creíble acento colombiano, al “Apache”, uno de los poco confiables secuaces de Malamadre.

Además de ser trepidante, la trama adquiere también tintes sociales, en su denuncia de la situación de los presos en las cárceles españolas, e incluso políticos, como el detalle (capital para la trama) de los presos etarras inteligentemente utilizados como rehenes por los amotinados, debido a las implicaciones que su muerte podría suponer hacia el terrorismo vasco.

Por poner algunos peros, considero que pese a su impresionante planteamiento, en mi opinión el ritmo y la verosimilitud comienzan a flaquear hacia mitad del metraje. A raíz de esa escena, un tanto forzada e inverosímil, de la batalla campal en el exterior de la cárcel, el interés pasa a centrase más en la agresión sufrida por la mujer de Juan, y en las consecuencias, también algo llevadas al extremo, que ésta tiene en el devenir de los acontecimientos.

Por otro lado, la fotografía y el montaje resultan mejorables (en eso aún queda mucho que aprender de los americanos), y choca la extraña y exasperante interpretación de Manuel Morón (un secundario por el que tengo especial devoción), como el patético e inoperante negociador.
Manchas éstas que restan algo de nota, pero mantienen intacto el interés de la propuesta: demostrar que se puede hacer (buen) cine de género en nuestro país.
Leer más... Leer más...