7/3/09

Nolan se excede

El Caballero Oscuro (The Dark Knight, Christopher Nolan, 2008)



Después de apuntar muy buenas maneras redefiniendo el perfil cinematográfico de Batman con su magnífica “Batman Begins”, Christopher Nolan acomete ahora la segunda entrega de su particular saga sobre el superhéroe de DC Comics. Si en la primera nos explicaba sus orígenes de un modo tan serio y realista (alejado de la personal fantasía de Tim Burton y de la esperpéntica falta de seriedad de Joel Schumacher) de tal modo que uno podía llegar a creer que alguien con un pasado tan traumático y una personalidad tan atormentada pudiera llegar a convertirse en un oscuro superhéroe, en su último film Nolan continúa por la misma senda, forzando al máximo los límites del cine de superhéroes, trayendolo al terreno del thriller policiaco y de acción todo lo “realista” que el género le permite. No es casualidad que el nombre del superhéroe no aparezca en el título de la película: pareciera que Nolan sólo se ha inspirado en Batman y su universo para construir un relato de acción con pretendido sustrato filosófico, poliédrico y coral donde “el caballero oscuro” comparte protagonismo con muchos otros personajes, donde lejos de la fantasía gótica de Burton, Gotham podría ser perfectamente Nueva York, y los Swat aparecen tanto como en cualquier blockbuster adrenalítico hollywoodiense.


Es de suponer que esta nueva mirada desencantará a unos cuantos amantes del cómic, aunque, personalmente, a servidor (gourmet del buen thriller policiaco americano y poco aficionado al cine de superhéroes) le parece muy interesante. Sin embargo, “El Caballero Oscuro” me parece excesiva en su metraje, y en la cantidad de frentes que mantiene abiertos, subtramas y elementos argumentales que contiene (tres protagonistas con su respectiva historia, y dos villanos con la suya propia, además los mafiosos, de la inevitable historia de amor-amistad de Batman con Rachel y los dos ayudantes el protagonista). Esto afecta a la estructuración del guión por actos y secuencias, que a mi entender no está bien resuelta, con excesivas subidas y bajadas de la tensión y demasiados giros y varios amagos de final para luego volver a complicar las cosas. Soy de los que piensan que la duración idónea de un film suele estar entre la hora y media y las dos horas, por lo que creo que, si de sagas se trata, este film hubiera podido dar lugar a dos entregas más, más cortas y mejor estructuradas.


Resulta inevitable referirse a la interpretación por parte de Heath Ledger (ya saben, su último papel antes de su muerte) de un Joker histriónico y patético, mucho más carnal y sudoroso y menos elegante y cómico que el que interpretó Jack Nicholson. Un Joker que más que salido de una baraja de cartas, parece salido de un manicomio.


En definitiva, “El Caballero Oscuro” tiene los mismos mimbres que su primera y excelente entrega (la estética más realista y, a mi entender, elegante y atractiva de todas las sagas, gran calidad técnica, un buen elenco de actores, un guión con discurso, que no se reduce a la sucesión de escenas de acción, etc.), pero explicada ya la interesante peripecia vital de cómo Bruce Wayne se convierte en Batman, Nolan se centra esta vez en una irregular y enrevesada trama policia-mafia-justicia, con Batman y el Joker de por medio, que quizá pretende abarcar demasiado y al final el film se hace mareante y largo hasta el hartazgo.

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