Once
años después. Hace ya más de una década que el subgénero zombi vive una
segunda juventud, desde que en 2002 Danny Boyle abrió la veda con la entonces
original y sorprendente “28 dias después”.
Desde entonces, hemos asistido al "Amanecer de los
muertos” (Z. Snyder, 2004), hemos vivido en directo “[REC]” (J.
Balagueró y P. Plaza, 2007) y sus secuelas, he mos visto renacer la
amenaza “28 semanas después”
(J.C. Fresnadillo, 2007), hemos sido “Infectados”
(David y Alex Pastor, 2009), y “Bienvenidos a
Zombieland” (R. Fleischer, 2009). El subgénero ha conocido incluso
revisiones cómico-macabras como “Zombies Party” (Simon Pegg, 2004), infantiles
como “El alucinado mundo de Norman” (C. Butler, S. Bell, 2012), videogamers
como la saga “Resident
Evil” (2002 - ), con 'sabrosura' cubana como "Juan de los Muertos" (Alejandro Brugués, 2011) o televisivas, como “Dead Set” (2008),
en la que los concursantes de Gran Hermano británico eran los únicos
supervivientes de una epidemia zombi, o la exitosa “The Walking Dead”
(2010 - ).
A diferencia de los clásicos zombis de George A. Romero ("La noche de los
muertos vivientes", 1968 y secuelas), los zombis del siglo XXI son
generalmente rápidos, rabiosos, víctimas de misteriosas epidemias víricas
postmodernas con carga apocalíptica y metafórica (el consumismo imperante, la
estupidez colectiva, o las fans de Pablo Alborán), y parecen más preocupados en
morderte para ganar adeptos a su causa que en devorarte el cerebro. Así pues,
¿son zombis o infectados? Nadie mejor que él para dar
respuesta a tan sesuda disquisición.
Z de zombis. En cualquier caso, dudo que
la cuestión tuviese demasiada utilidad si nos asolase una epidemia como la que
nos trae "Guerra Mundial Z". O sí, pues la misión de Gerard Lane
(Brad Pitt), un ex investigador de la ONU, es descubrir el foco de la infección
para encontrar la vacuna, aunque para ello sea necesario viajar de Filadelfia a
Corea del Sur, y de ahí a Gales, pasando por Israel, mientras la invasión zombi lo devora todo con un apetito y una vitalidad descomunal. Todo, menos a Brad
Pitt, claro, que logra salir indemne y mejor peinado que CR7 después de un partido.
Basada (parece ser que libremente) en todo un clásico de la
literatura zombi, el cómic
homónimo de Max Brooks (2006), y con Brad Pitt como una cara conocida, el
film de Marc Forster (Monsters Ball, 2001) va directo, no se anda con rodeos.
Tras una escena inicial que pone el listón de la intensidad muy alto,
queda claro lo que vamos a ver: una extraña infección está contagiando a la
población mundial y convirtiendo a la gente en muertos vivientes con muy mala
leche, que se amontonan para llegar adonde haga falta, como si de la inauguración de una tienda de Apple se tratase.
¡Corre que se acaban!
La mayor virtud de Guerra Mundial Z es que es endiabladamente
entretenida, que no da respiro. La incansable escalada de complicaciones
genera una “agradable” sensación de desesperanza durante todo el film, tensando
la cuerda al máximo. Si sumamos unas brutales y megalómanas escenas de acción
(Forster consigue reconciliarmehasta
cierto punto con el
uso de la imagen digital), y momentos de suspense muy bien conseguidos, la
tensión y la diversión están aseguradas.
Sin embargo, en su contra, hay que decir que “Guerra Mundial Z”, se
agota en su propio entretenimiento, pues no aporta prácticamente nada nuevo al
género, ni tampoco un ápice de reflexión. Como videojuego
estaría bien, pero en fotogramas, su trasfondo resulta algo escuálido. Los
personajes resultan planos, empezando por el propio protagonista, sin un solo
punto negro, y su preceptivo drama familiar, perfectamente eliminable del
metraje. Tampoco aporta demasiado el personaje de la soldado israelí Segen
(Daniela Kertesz), que acompaña durante buena parte de la película a Lane.
Tras pasarse al terror “intimista” en el último acto, donde prima
el suspense estratégico sobre la testosterona, el film acaba de forma
precipitada, desaprovechando una potencial “cuenta atrás” (cuando el
protagonista toma la decisión final) que podría haber brindado unos últimos
diez minutos de infarto.
El film tiene momentos de “28 días después”, aunque su enfoque de la pandemia mundial (e incluso su banda sonora, cortesía de Muse), también puede recordar a una versión menos hermética de “Contagio” (S. Soderbergh, 2011).
En resumen, “Guerra Mundial Z” funciona merced a
su trepidante carrusel de acción y al innegable tirón del coctel Brad Pitt +
Zombis, y es muy recomendable si lo que buscáis es un buen
entretenimiento y/o estais infectados por la fiebre Z. En cualquier otro caso,
pasad de largo.