5/8/13

Guerra Mundial Z (2013): Brad Pitt también se enfrenta a los zombis (y sigue sin despeinarse)


Once años después. Hace ya más de una década que el subgénero zombi vive una segunda juventud, desde que en 2002 Danny Boyle abrió la veda con la entonces original y sorprendente “28 dias después”. Desde entonces, hemos asistido al "Amanecer de los muertos” (Z. Snyder, 2004), hemos vivido en directo “[REC]” (J. Balagueró y P. Plaza, 2007)  y sus secuelas, he mos visto renacer la amenaza “28 semanas después” (J.C. Fresnadillo, 2007), hemos sido “Infectados” (David y Alex Pastor, 2009), y “Bienvenidos a Zombieland” (R. Fleischer, 2009). El subgénero ha conocido incluso revisiones cómico-macabras como “Zombies Party” (Simon Pegg, 2004), infantiles como “El alucinado mundo de Norman” (C. Butler, S. Bell, 2012), videogamers como la saga “Resident Evil” (2002 - ), con 'sabrosura' cubana como "Juan de los Muertos" (Alejandro Brugués, 2011) o televisivas, como “Dead Set” (2008), en la que los concursantes de Gran Hermano británico eran los únicos supervivientes de una epidemia zombi, o la exitosa “The Walking Dead” (2010 - ).


A diferencia de los clásicos zombis de George A. Romero ("La noche de los muertos vivientes", 1968 y secuelas), los zombis del siglo XXI son generalmente rápidos, rabiosos, víctimas de misteriosas epidemias víricas postmodernas con carga apocalíptica y metafórica (el consumismo imperante, la estupidez colectiva, o las fans de Pablo Alborán), y parecen más preocupados en morderte para ganar adeptos a su causa que en devorarte el cerebro. Así pues, ¿son zombis o infectados? Nadie mejor que él para dar respuesta a tan sesuda disquisición.


Z de zombis. En cualquier caso, dudo que la cuestión tuviese demasiada utilidad si nos asolase una epidemia como la que nos trae "Guerra Mundial Z". O sí, pues la misión de Gerard Lane (Brad Pitt), un ex investigador de la ONU, es descubrir el foco de la infección para encontrar la vacuna, aunque para ello sea necesario viajar de Filadelfia a Corea del Sur, y de ahí a Gales, pasando por Israel, mientras la invasión zombi lo devora todo con un apetito y una vitalidad descomunal. Todo, menos a Brad Pitt, claro, que logra salir indemne y mejor peinado que CR7 después de un partido.

Basada (parece ser que libremente) en todo un clásico de la literatura zombi, el cómic homónimo de Max Brooks (2006), y con Brad Pitt como una cara conocida, el film de Marc Forster (Monsters Ball, 2001) va directo, no se anda con rodeos. Tras una escena inicial que pone el listón de la intensidad  muy alto, queda claro lo que vamos a ver: una extraña infección está contagiando a la población mundial y convirtiendo a la gente en muertos vivientes con muy mala leche, que se amontonan para llegar adonde haga falta, como si de la inauguración de una tienda de Apple se tratase.

¡Corre que se acaban!

La mayor virtud de Guerra Mundial Z es que es endiabladamente entretenida, que no da respiro. La incansable escalada de complicaciones genera una “agradable” sensación de desesperanza durante todo el film, tensando la cuerda al máximo. Si sumamos unas brutales y megalómanas escenas de acción (Forster consigue reconciliarmehasta cierto punto con el uso de la imagen digital), y momentos de suspense muy bien conseguidos, la tensión y la diversión están aseguradas.

Sin embargo, en su contra, hay que decir que “Guerra Mundial Z”, se agota en su propio entretenimiento, pues no aporta prácticamente nada nuevo al género, ni tampoco un ápice de reflexión. Como videojuego estaría bien, pero en fotogramas, su trasfondo resulta algo escuálido. Los personajes resultan planos, empezando por el propio protagonista, sin un solo punto negro, y su preceptivo drama familiar, perfectamente eliminable del metraje. Tampoco aporta demasiado el personaje de la soldado israelí Segen (Daniela Kertesz), que acompaña durante buena parte de la película a Lane. 

Tras pasarse al terror “intimista” en el último acto, donde prima el suspense estratégico sobre la testosterona, el film acaba de forma precipitada, desaprovechando una potencial “cuenta atrás” (cuando el protagonista toma la decisión final) que podría haber brindado unos últimos diez minutos de infarto.

El film tiene momentos de “28 días después”, aunque su enfoque de la pandemia mundial (e incluso su banda sonora, cortesía de Muse), también puede recordar a una versión menos hermética de “Contagio (S. Soderbergh, 2011).

En resumen, “Guerra Mundial Z” funciona merced a su trepidante carrusel de acción y al innegable tirón del coctel Brad Pitt + Zombis, y es muy recomendable si lo que buscáis es un buen entretenimiento y/o estais infectados por la fiebre Z. En cualquier otro caso, pasad de largo.
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14/6/13

Estrenos del finde: "Insensibles" y "Menú Degustación"

Hoy es día de estrenos, y aquí os dejo mis críticas de dos de las pelis que salen a la cartelera hoy: "Insensibles", la ópera prima de Juan Carlos Medina, y "Menú degustación", la segunda película en solitario de Roger Gual, que en 2002 codirigió junto a Julio Wallovits, la fenomenal "Smoking Room" (¡que os recomiendo enfervorizadamente!).

Insensibles: el dolor y la memoria‘Insensibles’, producción catalana  que participó en Sitges 2012, y opera prima del cortometrajista Juan Carlos Medina, habla de David Martel (Alex Brendemühl), un cirujano que tras perder a su pareja en un accidente de coche, y quedarse sólo con el bebé que ella llevaba en el vientre, descubre además que tiene cáncer de médula ósea. Al recurrir a sus padres (Àngels Poch y Juan Diego) para un trasplante, descubre que es adoptado. Entonces empezará a escarbar en el pasado para encontrar su auténtica identidad; una identidad que tiene que ver con un pequeño pueblo de los Pirineos en el cual, en los años previos a la Guerra Civil, varios niños sufrían una extraña enfermedad: eran insensibles al dolor.
Sí, de nuevo la Guerra Civil, que se está convirtiendo en uno de los clásicos, ya no sólo del cine español, sino concretamente del fantástico (‘El Espinazo del Diablo’,‘El laberinto del Fauno’). En este caso, además, encontramos a los nazis (cuyos macabros experimentos ya aparecían en otros films ‘Hellboy’), e incluso se insinúa otra cuestión altamente sensible y de actualidad como el robo de niños durante el franquismo.

Pero más allá de alegatos a la memoria histórica, la contienda franquista-republicana es aquí un telón de fondo. Tienen ya la Guerra Civil y el franquismo, en el imaginario colectivo, esa atrocidad y oscurantismo que los convierten en escenario idóneo para hablar de terribles pasados enterrados, de monstruos(los figurados y de los reales) y de sus monstruosidades. Medina llega incluso a fantasear de forma macabra con temas sensibles (las torturas a los republicanos), que podrían levantar alguna ampolla en ambos lados.

El guión, firmado por Luiso Berdejo (coguionista de ‘[Rec]’) y el propio Medina, tiene inconsistencias importantes, ya que, en su empeño de mezclar propuestas diferentes, en su deriva, se olvida de resolver varias cuestiones esenciales planteadas al inicio. Y es que ‘Insensibles’ empieza, por un lado (la historia actual), como un drama, y por el otro (la trama de los niños) como un enigma fantástico, y acaba siendo (*SPOILER), un descenso a los infiernos que confluye con una mezcla de torture porn (insinuado) con monstruo entre el mito de Frankenstein y la ‘niña Medeiros’. Casi nada.

El ritmo está marcado por el constante ir y venir en la narración de ambas historias, algo que quizá pueda impacientar a algunos, y la ambientación resulta atractiva (el macabro sanatorio en la montaña, los espacios fríos e impersonales de la historia actual), a pesar de la evidente estrechez de presupuesto, patente en los efectos especiales (los temblores por los bombardeos, las llamas), que unida a una mortecina fotografía, que tampoco es para tirar cohetes, lastran en gran medida el apartado visual.

¡Castigado sin postre!

En cuanto a los actores, Brendemühl está bien, y tras él hay un buen elenco internacional, entre el que destacan Juan Diego (solvente como siempre, en el dramático papel del padre franquista de David), Félix Gómez (que le interpreta de joven), y Lluís Soler (que tiene un pequeño pero intenso papel), sin olvidar a los niños (los hermanos Ilias y Mot Stothart, que interpretan a Benigno, y Bruna Montoto y Liah O’Prey, que interpretan a Inés). Cabe destacar también la elección del islandés Tomas Lemarquis para interpretar al monstruo Berkano. En cambio, a mi entender, quien desentona terriblemente es eljoglar Ramón Fontseré, como el médico que regenta el sanatorio donde los niños insensibles están recluidos.
Aunque mejorable en varios aspectos, el debut de Juan Carlos Medina es prometedor, y deja de paso interesantes reflexiones sobre el dolor como elemento de aprendizaje, de humanidad y de socialización.


Menú degustación: deconstrucción de comedia coral con reducción de risas. ¿Qué pasaría si una pareja reserva mesa en un restaurante de tres estrellas Michelín en la Costa Brava, y cuando por fin les dan mesa, al cabo de un año, ya están separados? Eso es lo que les sucede a Marc (Jan Cornet, 'La piel que habito', 2011) y a Rachel (la hermosísima Claudia Bassols, 'La Riera', 'Gavilanes'), y ninguno de los dos quiere perderse la ocasión. Además, se trata de la última cena que servirá el “Chakula”, ya que Mar Vidal (Vicenta N’Dongo, 'V.O.S.', 2009), su propietaria y cocinera, ha decidido cerrar por una temporada para descansar y replantearse el futuro. Con “El Bulli” y su cierre como claro referente, “Menú degustación” se rodó en un hostal de L’Escala, en la Costa Brava (que podeis ver aqui, por si alguien se anima) y contó con el asesoramiento de ‘El Celler de Can Roca’, e incluso con cameos de los propietarios del recientemente declarado mejor restaurante del mundo.

Gual dispone de una buena premisa como materia prima, y como ingredientes, cuenta con marco idílico y un reparto internacional (se trata de una producción hispano-irlandesa) en el que destacan Fionnula Flanagan ('Los otros', 2001) y Stephen Rea ('Blackthorn', 2011). La primera interpreta a una melancólica y sabia condesa que, pese a su delicado estado de salud no quiere perderse la última velada del “Chakula", y el segundo da vida a otro de los comensales, un misterioso (y supuesto) crítico culinario. También hay mesa para Marta Torné ('Impávido', 2012), que interpreta a una chica con problemas de incontinencia verbal, que debe acompañar en la misma mesa, a dos silenciosos empresarios japoneses que han venido a presentar sendas ofertas por el restaurante.

La metáfora es quizá demasiado fácil, pero con el segundo film en solitario de Roger Gual (después de ‘Remake’, 2006) sucede como con la alta cocina de los restaurantes como ese “Chakula” donde transcurre su film: todo es muy sofisticado, pero uno se acaba quedando con hambre. Porque lejos de aprovechar para parodiar el mundo de la haute cuisine, lejos de epatar nuestros sentidos con una degustación de historia deliciosas, en lugar de meter a sus personajes en una olla a presión, Gual los cocina a un fuego suave y nos sirve una deconstrucción de comedia coral con reducción de risas, que sabe a refrito y no llena.


¡Jajaja! ¡Qué guapos y modernos somos y cuánto dinero tenemos!

Este “Menú degustación” acaba devorado por cierta frivolidad y autocomplacencia de su cosmopolitanismo, su bilingüismo y su glamour. A Gual los personajes y los conflictos se le quedan poco hechos (la insulsa historia de los protagonistas, la de los japoneses), o totalmente crudos (el programa de televisión de Santi Millán), cuando no con un gusto extraño (los clientes convertidos en patrulla de rescate marítimo de ‘Las Nancys Rubias’). Todo es muy cool y queda muy bien en pantalla, pero ninguno de los personajes, ni sus tribulaciones neuróticas de urbanita insatisfecho en pleno retiro gastronómico-espiritual, aporta nada nuevo.
Desde su mismo título, “Menu degustación” parece condenada a (o concebida para) ser un pica-pica de pequeños bocados ligeros y de diseño agradable pero irrelevantes, que no saciarán el apetito de un espectador con hambre de historias con poso, o al menos de un buen potaje de risas.



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9/5/13

"La mula" llega a los cines sin Radford a bordo



En Septiembre de 2009 comenzaba en Córdoba, el rodaje de ‘La Mula’, la adaptación que Michael Radford (‘El cartero y Pablo Neruda’, ‘El mercader de Venecia’) se disponía a hacer del libro homónimo del escritor jienense Juan Eslava Castro. Nada parecía presagiar entonces los innumerables problemas entre Radford y la parte española de la producción, Gheko, la productora de Alejandra Frade, que acabaron con Radford desertando del rodaje y renunciando a firmar guión y dirección del film. Finalmente, el rodaje tuvo que terminarlo otro director contratado por la productora española.

La historia nos habla del cabo Juan Castro, un “mulero” traspasado por despecho al bando nacional de la Guerra Civil, combate sin demasiado afán ni ideales. Un día se encuentra una bonita mula blanca que arrastra el cadáver de un combatiente republicano. Con la misma facilidad que la guerra separaba familias y amigos, Juan decide cambiar de bando a Valentina (como así la bautiza) y adoptarla. En estas está Juan cuando conoce a Conchi (María Valverde), una hermosa joven católica del pueblo durante un baile. Mientras la corteja, y la guerra agoniza, Juan hace planes de futuro junto a Velantina y Conchi, llevando una vida sencilla en su quintería cuando acabe la contienda.


‘La mula’ es, ante todo, un entrañable y divertido alegato antibelicista, valiente además por situarse en el bando nacional para, huyendo de maniqueísmos panfletarios, mostrar la barbarie desde un punto de vista desmitificador (la genial escena de entrada, una mezcla de Berlanga y ‘Salvar al soldado Ryan’) y el sinsentido que la guerra representaba para gentes sencillas de ideales prosaicos como Juan Castro. Valentina, la mula que se convierte en motivo de lucha y de ilusión para Juan, se antoja una metáfora de la sencillez, de la humildad, del trabajo y la subsistencia, que era lo único que importaba a muchas personas durante la guerra. Otra potente imagen de gran consonancia es la de los campesinos mirando el zepelín nazi que sobrevuela su campos, cual ovni en plena invasión alienígena, incapaces de comprender cómo algo tan grande puede mantenerse en el aire.

Con un gran elenco de actores, entre los que Mario Casas y María Valverde (cuyo romance, al parecer, comenzó en el rodaje) son los ganchos más destacados, ‘La mula’ avanza sobre un guión muy bien trenzado, donde (sin haber leído la novela) se adivina la mano ‘americana’ del británico Radford. El film combina bien los momentos dramáticos y cargados de significado (la elección del bando por despecho, la lealtad de los amigos separados por la guerra, el alférez que no se atreve a cambiarse de lado) con la simpática comedia (el momento del obispo sobre la mula), a lo que ayuda la presencia de Secun de la Rosa (‘Días de fútbol), un habitual del género.

El film se estrena por fin el 10 de Mayo, tras haber estado paralizada su distribución por el conflicto entre Radford y los productores españoles. ‘La mula’ compitió en Málaga, donde Mario Casas recogió la Biznaga de Oro al mejor actor, un premio quizá algo excesivo, pese a su correcta interpretación y su esfuerzo por hablar con acento andaluz. Casa entró en la producción tras renunciar Oscar Jaenada.

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6/5/13

Madres de cine: mi post (tardío) para el Día de la Madre

No tengas miedo, mamá quiere lo mejor para ti...

Ya son más de las 0:00h., o sea que como siempre, voy tarde, pero al menos esta vez ha sido por una buena causa: pasar la tarde en el cine con mi madre, viendo la última de la Coixet (de la que hablaré en otro post). En fin, dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, así que vaya este post a esas personas que nos dieron la vida y que se la quitarían por nosotr@s si fuese necesario. 

El cine, obviamente, está lleno de madres. Sin embargo, hoy voy a hablar de aquellos personajes femeninos famosos precisamente por su rol como progenitoras, las madres del cine, convertidas en iconos cinematográficos.

En el cine, como en la vida, las madres siempre han tenido un papel importantísimo. Aunque generalmente se relaciona el rol de madre al de abnegada luchadora por la felicidad, la seguridad, la custodia, etc. de sus hijos, no siempre (ni en el cine ni en la vida) esto es así. A lo largo de la historia del Séptimo Arte, encontramos ejemplos de todo tipo de madres, desde las más entregadas y cariñosas hasta las más terroríficas, pasando por aquellas que ejercen influencias nefastas sobre sus hijos o hijas.

"Para la mejor madre del mundo, de tu hijo que te quiere". ¡Eso sí es una sorpresa!

Primero podríamos hablar de las madres coraje, aquellas que luchan incansablemente por sus hijos o hijas y que morirían antes de renunciar a ellos o a su felicidad. Entre ellas, habría que destacar a la Christine Collins (Angelina Jolie) en ‘El Intercambio’ (‘Changeling’, Clint Eastwood, 2008), una madre de Los Ángeles, a quien tras desaparecer su hijo, se lo devolvían dándole el cambiazo, y la buena mujer no paraba hasta demostrar que no estaba loca y que no, aquel no era su hijo. 17 años antes, Sally Field había interpretado a otra madre coraje en ‘No sin mi hija’ (‘Not without my daughter’, Brian Gilbert, 1991), en la cual Betty Mahmoody, una americana casada con un musulmán y atrapada en Irán, debía luchar por escapar de allí, por supuesto, no sin su hija. También hay madrazas cuya lucha no les impide sacarnos unas carcajadas (y alguna risa amarga), como ‘Cándida’ (Javier Fésser, 2006), esa adorable señora que batalla por sacar adelante a un hijo drogadicto y a otro con graves problemas psicológicos.


También encontramos madres de miedo, como la pobre Rosemary Woodhouse de ‘La semilla del diablo’ ('Rosemary's baby', Roman Polansky, 1968), interpretada por una Mia Farrow de aspecto enfermizo y embarazada de un bebe que se convertía en objeto de deseo de extrañas fuerzas. O como Margaret White (Piper Laurie), la beata madre de ‘Carrie’, que infunde a su tímida hija más miedo que amor, y que la acaba llevando por muy mal camino (por cierto, parece ser que este año tendremos un remake, interpretado por Julianne Moore). Y es que la cosa religiosa siempre ha dado mucho juego, porque si hablamos de madres religiosas que dan ‘yuyu’ y cuyo fanatismo y carácter estricto afecta de forma nefasta al destino de sus hijas, tenemos ejemplos cercanos en Gloria (Carme Elías), la madre del Opus Dei de la fantástica ‘Camino’ (Javier Fésser, 2008) o en Erica Sayers (Barbara Hershey), la madre de Natalie Portman en la oscarizada ‘Cisne Negro’ (‘The Black Swan’, Darren Aronofsky, 2010). Otras madre de miedo son la Reina Madre de la saga ‘Alien’ la devoradora de perros de ‘Braindead, Tu madre se ha comido a mi perro’, Peter Jackson, 1992), un clásico del gore más cachondo, donde la buena señora tenía escenas de culto como esta (¡ojo, es muy repulsiva!), o la inquietante Nora Carveth (Samantha Eggar) de 'Cromosoma 3' ('The Brood', 1979), una joya primigenia de Cronenberg. Aunque quizá la madre más terrorífica e icónica del Cine sea la (falsa) madre de Norma Bates en 'Psicosis'. ¿Aceptamos barco?

Posiblemente, la madre más icónica del Cine

También encontramos un amplio grupo de lo que yo llamaría madres en conflicto, esas madres con problemas, perdidas en búsquedas internas o en traumas diversos, que muchas veces tienen que ver o afectan a sus hijos, y que encontramos generalmente en los mejores dramas. Entre ellas, cabe destacar a Joanna Kramer (Meryl Streep) de ‘Kramer contra Kramer’ (‘Kramer versus Kramer’, Robert Benton, 1979), que después de abandonar a su malcriado marido (Dustin Hoffman) y a su hijo, cuando ambos se han repuesto y se han acostumbrado a su nueva vida, vuelve para reclamar la custodia del pequeño. Un año más tarde, veíamos a otra madre disfuncional, en este caso con graves problemas para querer a su hijo, interpretada por Mary Tylor Moore, la Beth Jarret de la maravillosa ‘Gente corriente’ (‘Ordinary people’, Robert Redford, 1980). El chaval (un joven Timothy Hutton ganador del Oscar), como es normal, acababa desarrollando un montón de traumas.

Mary Tyler Moore y Timothy Hutton en 'Gente Corriente', una relación madre-hijo de lo más distante

Un ejemplo más reciente de madre en conflicto, y hasta algo inmadura me atrevería a decir, lo encontramos en la sublime ‘Nader y Simin, una separación’ (‘Jodaeiye Nader az Simin', Asghar Farhadi, 2011), en la que la que Simín, una esposa iraní, se empeña en irse de su país aunque eso implique separarse de su marido, que debe quedarse a cuidar de su enfermo padre, y llevarse a su hija consigo. 

Por último, estarían las madres calientes, de las que tenemos un buen ejemplo en ‘la madre de Stiefler’ (Jennifer Coolidge) de ‘American Pie’ (Paul Weitz, 1999), que tenía un desternillante affair con el galán Finch, uno de los patéticos adolescentes protagonistas de la saga.

Finch y la madre de Stiefler, un affair iniciático

En fin, la lista sería infinita, y habría muchas, como ésta otra, así que si queréis aportar ejemplos de vuestra cosecha para completarla, usad los comentarios, estaré encantado ;)

¡Muchas felicidades a todas las madres!
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2/5/13

El Barça es "asín": confesiones de un culé herido


Igual suena ventajista, pero siempre he tenido una relación de amor-odio con la forma de entender el fútbol que tiene el Barça. El Barça es "asín", y siempre lo ha sido, al menos desde Cruyff (que es, justamente, desde que servidor tiene uso de razón culé). Capaz de lo mejor y de lo peor. Empezando por Messi, el Barça es capaz de pulverizar cifras en la victoria, pero también en la derrota, como sucedió ayer.

Siempre digo que mi peor recuerdo culé es la final de Atenas. Me pilló en plena adolescencia, ya sabéis, esa fábrica de traumas. Hoy en día, uno es capaz de relativizar estas cosas, y humillaciones así ya no duelen tanto. He vivido muchas victorias mágicas (recuerdo con especial cariño la Champions de Paris, o el 2-6 en el Bernabeu) y miles de derrotas dolorosas (el 4-2 con el Chelsea, por citar la primera que me viene). Pero esta eliminatoria contra el Bayern guarda ciertas similitudes con aquella final de Atenas: ayer el Barça no sólo perdió, además hizo el ridículo.

Le sucedió lo mismo con el Milán en el 94. Los dos mejores equipos de Europa del momento se iban a enfrentar en una final de la Champions. El Dream Team de Cruyff y el catenaccio rossoneri. El planeta futbol mirando. Capello maniató a Guardiola y con él al Barça. El resto es historia: patada en la boca y fin de ciclo. ¿Os suena de algo?

Imágen adapatada de la original de @RealMadness

Y es que ése el lado oscuro de la excelencia. El Barça asume tanta presión en cada partido que es normal que cuando algo se tambalea un poco el edificio entero se derrumbe. No sólo debe ganar, además debe alcanzar la excelencia, algo que ningún otro equipo del mundo se plantearía. Por ello, cuando al Barça no le sale su juego, se hace el hara-kiri. No tiene punto medio. O está sublime, y parece un huracán de fútbol imposible de detener, o parece un equipo de juveniles incapaz de competir. Porque este Barça lo hace todo a lo grande: ganar o estrellarse.

Eso que ahora llaman la carencia de un ‘plan B’, ha pasado desde siempre. Y no sólo en cuanto a variantes estratégicas, sino en cuanto a concepto futbolístico. La versión oficial es que el Barça, cuando pierde, lo hace defendiendo su estilo, pero qué queréis que os diga. Se puede perder una semifinal de Champions, faltaría más. Lo que es inadmisible es que te endosen un 7-0 en el global. Si no puedes marcar, al menos no seas un coladero. Si el rival es superior (que lo era), si no tienes el día, o el año (que no lo tenemos), lo que hay que defender es la honra, por encima del estilo. Porque el planeta fútbol está mirando.
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1/5/13

'Dos más dos' (2012): como ser un 'swinger' y no morir en el intento


Hoy se estrena una recomendable comedia argentina que el otro día tuve la suerte de poder ver en pase de prensa. "Dos más dos”, segundo largometraje de Diego Kaplan, nos habla de dos matrimonios de clase alta, uno más “aventurero” y otro más conservador, que deciden animar su monótona vida sexual haciéndose swingers, que no consiste precisamente en bailar swing sino en el intercambio de parejas. Una premisa, no tremendamente original, aunque sí atractiva y perfectamente plausible, que en otras manos, podría haber dado para una película de enredos más, pero Kaplan se toma muy en serio.

El film empieza como una comedia ligera, sofisticada (algunos la comparan con las comedias noventeras de Gómez Pereira), pero se acaba convirtiendo en algo más parecido a un drama, que pone encima de la mesa cuestiones muy serias e incluso incómodas, en un tira y afloja en el que (y esto es de agradecer) todos tienen su cuota de razón. Si el espectador medio fuese capaz de tomarse una comedia como ésta en serio, el film de Kaplan removería silenciosamente los cimientos de más de una pareja. ¿Y si fuera posible escapar de la rutina sexual entregándose al libertinaje mutuamente consentido? No es mi caso, pero me imagino que ver “Dos más dos” en pareja puede ser algo así como ver una escena erótica con tus padres. Algo incómodo.

“Dos más dos” propone un interesante debate en clave sexual entre estabilidad y fantasías insatisfechas, un pulso entre el conservadurismo (representada por las reticencias acomodaticias de Diego) y emociones fuertes (de las que presumen Richard y Betina).Después del liberalismo económico, ¿es posible el liberalismo sexual? ¿Se puede revivir la utopía del sexo libre en plena sociedad capitalista? ¿Es posible tenerlo todo, una vida acomodada y sexualmente emocionante? ¿Es posible compartir el placer con otros sin dañar la confianza de la pareja? “Dos más dos” responde a estas preguntas como lo hacen las buenas películas: con más preguntas, aunque quizá el desenlace se decante algo más por el fracaso de la utopía.

La (sorprendente) profundidad con que el guión aborda el tema encuentra su cenit en la escena del primer intercambio, de una tensión, un erotismo y una carga dramática enormes. Sin embargo, el gran acierto del film consiste en alternar dicha seriedad con multitud de situaciones hilarantes que arrancarán la carcajada de la platea, como los partes meteorológicos de Emilia (Julieta Díaz), o la orgiástica fiesta en el chalet, que recuerda a una ‘Eyes wide shut” de andar por casa de campo.

Y luego están los diálogos. A pesar de que los manuales de cine más polvorientos quizá tacharían de excesiva la torrencial discursividad del cine argentino, resulta imposible no dejarse llevar por la fluidez y verborrea de sus intérpretes. “Dos más dos” no es una excepción.  Por cierto que todos los actores, no muy conocidos (¿aun?) por estos lares, están geniales. Su único 'pero' quizá sea su mejorable puesta en escena y cierta sensación de pérdida de ritmo y desajuste del tono hacia el último tercio.

Sin embargo, el film de Diego Kaplan sigue siendo una atrevida y muy entretenida disección de los deseos insatisfechos y las fantasías incumplidas de las clases acomodadas, y en general, de cualquier animal civilizado que necesite, parafraseando a Sabina, “pastillas para no soñar”.

"Dos más dos" será, por cierto, la última película distribuida por Alta Films antes de su inminente cierre.


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3/4/13

'Fin' (2012): El apocalipsis que no se ve



Hay una máxima del cine (sobre todo el de suspense o terror)  que dice que es mejor sugerir que mostrar. Pues bien, eso es lo que hace ‘Fin’, para horror de muchos espectadores que quizá esperaban un festival apocalíptico rollo “Los últimos días” (David y Alex Pastor, 2013).

Jorge Torregrossa debutó el año pasado en el largo con esta adaptación de la novela de David Monteagudo, que fue un éxito de ventas. Rodada en espectaculares localizaciones naturales de los pirineos, en la localidad Madrileña de Cercedilla, y en los estudias Ciudad de la Luz de Alicante, la adaptación corre a cargo de Jorge Guerricaechevarría (que también adaptó 'Celda 211') y de Sergio Sánchez (guionista de 'El orfanato').
 
‘Fin’ cuenta cómo un grupo de amigos cercanos a la crisis de los cuarenta, se reencuentran en una casa rural después de veinte años para revivir viejos tiempos. La alegría inicial por el reencuentro va dejando paso a los inevitables ‘trapos sucios’, cuando descubran que la idea fue del único de ellos que no se ha presentado, Angel ‘el profeta’ sobre el cual parecer haber un oscuro pacto de silencio. Tras una discusión, y un extraño fenómeno natural que les deja sin electricidad, al día siguiente, Rafa (Antonio Garrido) desaparece sin dejar rastro. A partir entonces, el resto del grupo se dispone a buscar ayuda, pero todo el mundo parece haberse evaporado.

Ante todo, hay que destacar la atmósfera inquietante que consigue desde el principio Torregrossa. Lo que en un principio parece una dilación del elemento paranormal o una inteligente dosificación a lo ‘Monsters’ (Gareth Edwards, 2010), se va confirmando a medida que avanza el metraje como una apuesta por la sutileza, la ambigüedad y lo metafórico y lo metafísico, dejando todo el margen posible para que el espectador materialice en su mente la supuesta fuerza destructora, transmitiendo la sensación de que el origen del miedo está más dentro de los personajes que fuera. Salvando las distancias, recuerda a ‘El incidente’, de Shyamalan, sólo que lo que allí olía a refrito y a falta de ideas, aquí sugiere (cuestión de expectativas y de trayectorias, quizá) valentía y estilo propio.

No es un peliculón, ni muchísimo menos. El desarrollo puede ser algo anodino por la falta de picos dramáticos, le faltan giros, y los personajes podrían ser más profundos. Pero también es cierto que la espesura dramática y la inquietud son constantes. Sus defectos, que sin duda le restan nota, no justifican la inquina con la que la han despachado algunos. Pero claro, ya sabemos que hay muchos espectadores que prefieren lo obvio a lo sugestivo, ver una película a participar en ella, ir al cine a olvidar en lugar de a recordar.

- “Tal vez sólo existamos mientras aún quede alguien que nos observe”, dice Félix (Daniel Grao), a modo de conclusión. “Yo creo que es más sencillo, naces, vives, y un día desapareces sin dejar rastro. No somos tan importantes”, le responde Eva (Clara Lago). Este diálogo final, más un interrogante que una conclusión, refleja el interesante enfoque existencial y abierto de un film interesante, que, sin embargo, tiene tres problemas muy graves: es española, y el ‘malo’ no se ve ni se explica. 'Defectos’ que muchos no le van a perdonar.
 
 

 

 
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